Adrián Simons: “Los abogados exitosos a veces dejan de leer”
El abogado peruano Adrián Simons Pino es un entusiasta defensor del estudio de posgrados como parte fundamental en el ejercicio legal y habla de hacer “ciencia útil”. Tras terminar un Master en Salamanca, ahora se enfoca en una Maestría Internacional en Derecho Procesal Constitucional.
Por: Jimena Villegas Berríos
El abogado peruano Adrián Simons Pino (54) tiene más de 25 años de trayectoria. Tal como su descripción en la red Linkedin expresa, es especialista en derecho civil, en derecho arbitral y en derecho procesal constitucional, entre otros. Se ha desempeñado en sectores como las telecomunicaciones, la minería, la energía o los hidrocarburos. Ha sido también agente de Perú ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (https://www.corteidh.or.cr/) y ha ejercido como expositor en una serie de eventos arbitrales y judiciales dentro y fuera de su país. Durante su vida ha tomado casos complejos y forma parte de los más afamados rankings. Es, lo que el sentido común concluye, un profesional de vasta experiencia, un letrado senior.
Simons Pino, formado en la Universidad de Lima, no se ha estado quieto, sin embargo. No, al menos, en un ámbito que para él es fundamental en la abogacía y en el que hasta hace pocos años estaba aún en deuda: el académico, pero como alumno.
Empujado por el hacer, pasó décadas sin formalizar lo que se veía obligado a desarrollar de modo personal dadas las exigencias naturales del oficio: estudiar. Simons lo explica: “Cuando comencé era muy difícil. La crisis en Perú era muy grande y no podía darme el lujo de estudiar, porque tenía que trabajar intensamente. Por eso compensé la ausencia de especialización estudiando yo por mi cuenta y editando cursos y seminarios”.
Un caso internacional
Un buen ejemplo del peso que en sus primeras décadas como abogado tuvo la práctica es Lucchetti, un afamado caso judicial con aristas políticas en Chile y Perú, que implicó el cierre de una fábrica de esa empresa chilena, ligada al millonario Andrónico Luksic, en la zona sur de Lima. Por ese entonces Simons Pino trabajaba en el Estudio Roselló (http://www.rossellolaw.com/) de Lima: “Yo era muy junior. Tenía 30 años y me tocó un caso tan complejo”.
Hoy Adrián Simons recuerda: “Se armó una constelación de abogados famosos, pero el cliente no aprobó el recurso de protección, como se llama en Chile. El doctor Roselló, que era el team leader, me dijo: ‘Tú prepáralo’. Para eso trasladó mi computador al directorio, donde trabajé durante cuatros días seguidos el texto de la demanda. Yo no era parte del equipo, sino un calichín, pero a los abogados de Luksic en Santiago les gustó”. Gracias a Lucchetti, Simons Pino entró al equipo de estrellas y se ganó la primera “herida de guerra” de su carrera, problemas en el esófago a causa del estrés.
Ya transformado en fundador de su propia firma, Simons Abogados, Adrián Simons pudo empezar a ponerse al día con la tarea pendiente. Primero hizo un Máster en Derecho Procesal en la Universidad de Salamanca, cuya tesis desarrolló en medio del confinamiento a causa del Coronavirus. Dice que durmió un promedio de cuatro horas diarias durante tres semanas: “Obtuve el máximo puntaje”, agrega.
Ahora afronta los cursos de actualización que le permitirán retomar una Maestría Internacional en Derecho Procesal Constitucional, que dicta la Universidad Nacional Lomas de Zamora de Buenos Aires. Simons explica: “Estoy terminando una deuda. Inicié esta segunda maestría en Argentina, pero nunca pude hacer la tesis. La universidad me dio la oportunidad para reengancharme y en marzo del próximo año estaré habilitado para iniciar el proyecto”.
Cada martes dedica su tarde a los estudios. Primero se conecta con Argentina y después con la International Chamber of Commerce México (https://www.iccmex.mx/), donde está haciendo además un curso de arbitraje internacional. Sobre el postgrado en Lomas de Zamora dice: “Está enfocado en Latinoamérica y te da una visión sistémica de los tribunales”.
Igual que un médico
¿Qué hace a un abogado senior seguir ahondando de este modo en los gajes de su oficio? “Es como ser alpinista”, dice Simons. “Te gusta escalar y quieres el monte más alto. Volverme estudiante era un desafío. Creo que llegas a conocer más cosas como estudiante que como profesor. Además, el Derecho es como la medicina y uno tiene que reinventarse cada cierto tiempo. Hay abogados que se quedan en el tiempo y eso no es bueno, porque te quita creatividad y conocimiento, y se nota. Pasa que los abogados exitosos a veces dejan de leer”.
No es su caso, por cierto. Habla con entusiasmo de la “biblioteca quirúrgica, como de neurocirujano” que ha logrado formar en su oficina y que permite al equipo del bufete usar la doctrina “como ciencia útil”, estar actualizado.
Y, aunque no se queja, porque sabe que la obligación de gestionar su tiempo con eficiencia le permite atender vida profesional y familiar de modo equilibrado, está consciente de que hoy está sacrificando lo que él define como un “alimento espiritual”. Se trata de textos que no son de leyes y que se acumulan en sus rincones de lectura personal. Uno de ellos es “Identidad: La demanda de dignidad y las políticas de resentimiento”, de Francis Fukuyama.
Las sensaciones no bastan
“El derecho es una ciencia inexacta, pero es ciencia”, afirma Simons. “Por eso uno no debe dejar de aprender. No se pueden transmitir solo emociones o sensaciones de la práctica, y eso es un problema que se ve mucho en el arbitraje. Hay buena práctica, pero poco contenido. Y en temas complejos como estos se buscan abogados con contenido. Muchos abogados creen que con el marketing o la publicidad o con estar en un evento ya son famosos. Y sí, puede que lo sean, pero en estos temas, si no conoces, te desinflas”.
¿Recomienda, entonces, el estudio permanente? Sí, pero no para todos: “Con las nuevas generaciones es complejo. Los chicos de hoy quieren trepar el Everest sin haber subido una loma de cien metros. Tal vez esta pandemia los ayude a entender que el mundo puede cambiar de la noche a la mañana y que hay que estar preparados para la crisis y la escasez. De otro modo vamos a fracasar como especie”.
A cambio, aconseja a sus contemporáneos que se preparen, en especial en temas de arbitraje: “Muchos llegan sin prepararse y hablan asuntos que van en contra de la ciencia. A los de mi generación les recomiendo leer. Estamos en la sociedad del conocimiento, hay estándares mundiales en materia de prueba científica y muchos no los conocen ni por asomo. No puede ser”.